viernes, 5 de octubre de 2012

He vuelto con una librería ambulante bajo el brazo.


En la ultima entrada me despedía de este blog con un sencillo nos vemos pronto. Eso fue en noviembre de 2008.

Hoy, de vuelta a casa, ya en el coche, encarando la carretera con el sol en lo más alto y con esa sensación de mansedumbre que me embarga los viernes por la tarde, una “señorita” sacaba de mis recuerdos este efímero proyecto personal de bitácora literaria. El caso, es que, cosas de la vida, tras una interminable tarde encerrado en un taller esperando a que me devolvieran mi coche volvía a entrarme esa necesidad de compartir mis lecturas, mis libros, mis paginas.

Mi escritura es algo más dificultosa que hace unos años, e ir desplegando mis pensamientos sobre el papel, metafóricamente hablando, me cuesta mucho más, pero creo que con paciencia y un poco de tesón podre volver a ser un digno comunicador. No aspiro a mucho más.

Sentado entre neumáticos y latas de aceite me plateaba cual podría ser el libro elegido para volver a escribir en mi modesto blog. La decisión en si no es que fuera demasiado importante pero tenía su significado, su fondo. No podía volver a escribir unas líneas sobre cualquier libro, necesitaba un titulo especial, un libro que en un momento dado me hubiera aportado algo, me hubiera llevada hacía algún lugar. Además, ahora que sabía que tenía una lectora, y critica por cierto, no podía volver a escena con un “más vendidos” de una gran superficie. Como me precio leer de todo, la variedad y la disparidad de temas y opciones no era un problema, la memoria tampoco, apunto y catalogo cada libro que adquiero y leo, pero aun así no llegaba. ¿Que necesitaba? Dedicar a mi mente a otros menesteres y relajarme. ¿La actividad elegida? Cocinar.

Y como no podía ser de otra manera, no llevaba ni dos minutos ante unas verduras cortadas en juliana cuando la portada de un libro saltaba por encima de la encimera. Era perfecto. Lo tenía todo, clásico, sencillo, libro de libros, libro de escritores, libro de amantes de los libros, editorial alternativa, maravillosa edición y sobre todo una maravillosa historia. La librería ambulante de Christopher Morley, editado por Periférica.

Este clásico norteamericano de principios del siglo XX, caía en mis manos a principios de este año gracias a una de mis librerías de referencia. Este fresco de la América rural de los años 30 relata la entrañable aventura de la señorita Helen McGill, la cual harta de su hermano, escritor tardío, y de su simétrica y aburrida vida, decide gastar todos sus ahorros en una librería ambulante con la que recorrer el mundo y vender cultura a sus conciudadanos. Este Parnaso, como así denomina a la librería rodante su anterior dueño, es todo un hogar y un lugar de culto para los amantes de la literatura. Helen abandona su casa y a su hermano protegida dentro de este refugio y sale a los caminos en donde encuentra amigos, enemigos, aventuras y amor, pero sobre todo una vida, la suya propia que hasta entonces se le estaba escapando por entre los dedos.

Agradecido, para mi nueva seguidora, gracias por ayudarme a volver a escribir, esta vez si que nos vemos muy pronto. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

La "muerte" entre la levedad de las nieblas tenebrosas es lo que tiene...hace sacar del baul de los recuerdos los hobbies descuidados.....