martes, 25 de noviembre de 2008

El Lector en la Sombra

Mis primeras aproximaciones conscientes al mundo de los libros fueron fruto de mi necesidad de escapar de un entorno que no me gustaba.
Un internado gris, una sala de estudio deprimente y un entorno en donde el éxito y el deporte eran señas de identidad creo que configuraron la persona que ahora soy.
No recuerdo un espacio ni un tiempo de mi vida en la que no haya sido acompañado por un libro. De mi tierna infancia guardo varias manías. La primera forrar todos los libros, la segunda no salir a la calle sin uno bajo el brazo y la tercera comenzar un libro según he terminado el anterior.
Mi lista de libros preferidos es realmente extensa, muchos ha sido los títulos que me han marcado o han dejado su huella en mi, pero hay varios hitos especiales en mi camino, que si bien puede que no sean los mejores si han estado en mis manos en momentos especiales. El hobbit y el Señor de los Anillos estuvieron mucho tiempo conmigo tras la tapia de un internado en el que pase los momentos más oscuros de mi vida. La Cripta Embrujada y la Ciudad de los Prodigios me acompañaron en el paso de la infancia a la adolescencia. Creo que alcance cierta madurez con Olvidado Rey Gudú y mi hija llego a este mundo en las primeras páginas de Los Pilares de la Tierra. Estos son algunos pero hay muchos más.
Larga es mi lista de autores preferidos, Eduardo Mendoza, J.R.R. Tolkien, Carmen Martín Gaite, Carlos Ruiz Zafón, Antony Beevor, Arturo Perez-Reverte, Henning Mankel, Carlos Jiménez, Ken Follet, Philip K. Dick, J.G. Ballard, John Irving, Robert Wilson, Guillermo Martinez, J.K. Rowling, Vazquez Montalbán, etc.
Pero no solo me ciño a autores consagrados o de cierta trayectoria, me gusta experimentar, pero lejos de las corrientes de moda y los sellos de Best Seller. Cuando la moda “Tolkien” y fantasía asolo el mundo me vi obligado a dejar de lado la literatura fantástica asqueado de subproductos de tercera fila, cuando la novela histórica alcanzo su cima comercial me vi obligado a refugiarme en un reducido grupo de editoriales “decentes” y ahora aun continuo escapando como puedo de los constructores medievales y renacentistas y de los buscadores de mensajes ocultos tras la arquitectura clásica.
Aun así no me considero un lector sesudo, disfruto como un niño con zapatos nuevos, aunque ahora los niños no disfruten de los zapatos, con las aventuras clásicas y sencillas, con la literatura juvenil de calidad, y con cualquier libro que me cuente una buena historia.
Este afan de buscar buenas historias me ha llevado a leer libros “comerciales” al estilo de “El Código” que ciertamente me han entretenido. De entrada a muchos libros no les pido nada más, una lectura fluida, algo de emoción, aventura, un poco de misterio, algo de amor y en fin algo de evasión.
Creo que hay libros para cada ocasión. A mi me gusta usar un símil militar para dividir a los libros en dos grandes familias. Literatura pesada y ligera, como la artillería. La literatura pesada engloba a todos aquellos libros de peso, con reputación, en muchos casos no asequibles para todos los públicos. Una especie de colección solo para iniciados. La literatura ligera engloba a las obras asequibles en las que lo que se prima es la aventura, la historia y se aligera el continente. De entrada se puede pensar que estoy hablando de obras de calidad y subproductos, o de literatura de primera y de tercera, pero no es así. Como he dicho al comienzo del párrafo cada libro tiene su momento. En ambas me he encontrado auténticos detritos y verdaderas delicias.
Por cierto el nombre de este blog esta recogido de uno de mis hitos.
En mis básicos podéis encontrar una selección creo ampliamente recomendable, cada uno es su sitio y su “tempo”. No vemos en breve.

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