Hay ciertas cosas que
sinceramente se me escapan, no las entiendo. Estamos en un mundo en donde cada
vez es más importante contar con el que tenemos a nuestro lado, de trabajar de
la mano unidos, de sumar, de aunar, de trabajar en común, de mezclarnos, de ser
multicultural, de eliminar barreras y sobre todo fronteras.
Y con la que está cayendo, cada
vez que veo las noticias (algo que sinceramente cada vez hago menos) lo único
que veo es gente queriendo separarse, alejarse del vecino, replegarse hacía su
interior. No entiendo a los políticos nacionalistas del terruño que lo único
que ven es el palmo y medio que tienen frente a su cómodo sillón, no entiendo a
toda esa gente que los acompaña como si con ellos fueran a llegar a algún lugar
distinto al desastre en el que ahora nos encontramos, ellos y nosotros,
nosotros y ellos. Veo personas que usan banderas y enseñas que en lugar de
servir para unir y recordar quienes somos o a donde podemos ir juntos, sirven
para ser quemadas por el de enfrente, para enfadar al supuesto enemigo, para
molestar. Usamos la historia y lo símbolos para agredir, para golpear, para
separar, para insultar.
Que nuestra mediocre clase
política se dedique a esto es normal, hoy en día tienen necesidad de justificar
su existencia de alguna manera. Su utilidad hoy está claramente cuestionada,
por lo menos tal y como hasta ahora los hemos venido sufriendo. En muchos
casos, y es muy triste decirlo, algunos de los que ahora sustentan enseñas
nacionalistas con un ardor digno de mención son los mismos que han llevado a
las regiones que gobiernan a ese desastre económico que ahora están padeciendo.
La gestión realizada por nuestros gobiernos, regionales, nacional, local, ha
sido en el 99% un absoluto desastre. No dejemos que ninguno de ellos busque
ahora un tejado ajeno al que arrojar ese balón. No estamos tampoco ante una
mala gestión de una legislatura, estamos ante el uso y explotación de un modelo
económico horrible exprimido hasta la saciedad desde hace varias décadas.
Me entristece ver como en los
colegios se enseña a los niños todo aquello que los diferencia del vecino, todo
aquello que los hace teóricamente únicos y diferentes por una cuestión de
nacimiento o sangre, todo eso que convierte a su vecino en una amenaza. A
nuestros hijos se les muestra las señas diferenciadoras, ni una sola seña de
unión y cercanía. Lo siento pero no lo entiendo y no lo comparto. Yo quiero, y
lo intento todos los días, romper esa mentalidad pobre y provinciana y
mostrarles la cantidad de cosas que tienen en común con el que tienen al lado,
entendiendo por al lado TODO el mundo sin restricciones. No quiero que piensen
que son diferentes por pertenecer de forma “borrega” a un colectivo, quiero que
crean que todos somos diferentes, únicos pero por el mero y simple hecho de
ser personas. Una nación está compuesta
de personas únicas, historia, trabajo, esfuerzo, cultura y respeto no de
consignas y símbolos vacíos.
Vaya por delante que soy un
demócrata convencido, en mi madurez no he conocido otro sistema de gobierno, y
estoy seguro, al menos hoy por hoy, que no deseo conocer otro, pero necesitamos
evolucionar. Adoro la historia, y he leído algunas páginas interesantes de los
últimos 250 años de este mundo nuestro, y sinceramente creo que estamos
volviendo a tomar ciertos caminos que ya usamos y no nos fue nada bien. Debemos
ser cuidadosos y no dejar que una casta de políticos mediocres nos lleven por
ciertos abismos nada recomendables. Sobre todo no debemos dejar una muestra de
sentimiento “nacional” sea un campo de fútbol lleno de banderas, me da lo mismo
del que color o colores que sean.

Un análisis francamente lucido de
la situación que estamos viviendo ahora mismo, a nivel mundial, de esta maldita
crisis y sus implicaciones sociales, políticas y culturales lo realizo antes de
su lamentable y prematura muerte Tony Judt en 2010 por una atroz enfermedad. En
este libro, considerado su testamento político, Judt analiza detenidamente
nuestra enorme pérdida de valores y nuestro aislamiento social y cultural. “La
socialdemocracia no representa un futuro ideal, ni siquiera representa el
pasado ideal. Pero entre las opciones disponibles hoy, es mejor que cualquier
otra que tengamos a mano”. Con frases como estas disecciona nuestro pasado y
nos muestra de forma bastante clara como hemos llegado hasta aquí y que nos puede
deparar el futuro.
Tony Judt ve con claridad como
nuestra escasa talla moral como sociedad, nuestro individualismo exacerbado y
nuestra cultura de todo vale por los beneficios como única meta nos han llevado
a la situación que ahora tenemos. Carecemos de valores morales claros y eso nos
está debilitando desde los cimientos siendo la crisis económica solo uno de sus
efectos. Vivimos en una sociedad urbanización que nos aleja cada vez más de la
realidad que nos rodea y nos separa, nos hace débiles y vulnerables.
Conocí, mejor dicho, puede
escuchar en persona al señor Judt hace años, en 2006, cuando acudió a España a presentar su libro Postguerra,
editado por Taurus, otra joya que os recomiendo si tenéis interés en saber cómo
hemos llegado aquí desde la segunda guerra mundial. No os aburro más, buen
lunes a todos. Va por el señor Judt mejor nos iría si dispusiéramos de alguno
más como él.